Se detúvo un instante, magnetizado frente al enorme ventanal. Se zambulló curioso a través del cristal inmaculado, en su interior. Se dejó mecer por el bullicio que emanaba de dentro, traspasando la puerta. Contempló a dos vástagos de las nuevas generaciones persiguiéndose a toda voz entre las mesas, en las que otros nenes engullían su "happy meal" con una mano, mientras con la otra hacían bailar sobre la mesa el juguetito de turno. Se giró a tiempo de que nadie descubriese su mirada nublada. ... Continuar leyendo