No aprendemos. Acabo de volver de un concierto de esos que si tienes oportunidad no puedes perderte, el cartel era: Raúl Quijano, Alejandro Fernández, Juanes, Alejandro Sanz, El Canto del Loco, Nek y El Sueño de Morfeo. Apetecible ¿no?. Pues vas... y se te quitan las ganas de volver.
Y es que no aprendemos y jamás dejaremos de ser una ciudad de segunda, por más que hagamos bajar a las estrellas del cielo. El escenario, el campo de fútbol "Nuevo José Zorrilla", que dicho sea de paso es de 1982. No está mal como recinto, si nos ceñimos a eso, a un sitio grande , aunque sea al aire libre, sea mayo y esto (a pesar del cambio climático) siga siendo Valladolid. Llovió (¡¡coño que sorpresa!!),pero a dios gracias fueron cuatro gotas contadas, el resto del tiempo sólo frio, y eso que saltas, bailas, te agitas, te apartas cuando al vecino se le vuelca el cachi de cerveza, vamos que no paras... pero no sirve, no es un escenario apropiado.
Luego está lo de la organizacón. Un desastre. No es admisible que si un concierto comienza a las siete, a las ocho haya gente haciendo cola aún.Un servidor, que estaba en la fila a las cinco y media, no accedió al evento hasta las ocho menos cuarto, dos horitas dos, con propina y compadeciéndose de las hordas que esperaban detrás, ansiosas con la entrada en la boca y del pobre Quijano que cantó para cuatro amigos. Para cuando entraba, ya el señor Fernández (no Florentino) y su autobús de acompañantes habían comenzado su pon.
Qué colas, y qué ingenio, que no están permitidos los bocadillos, que constan como arma arrojadiza, y el refresco sin tapón que también puede lanzarse (y yo a la yugular de alguno, que llevo en la cola ya una hora) amén de las cámaras de video, de fotos, las banderas con palo y las pancartas de animación a Rodolfo, que se jugaba el orgullo patrio en eurovisión. Ahí estaba esa montaña de bocatas, envueltos en papel plata, que ya podían haber avisado al Domund Cáritas o la Cruz Roja para que recogiesen el arsenal. Ahí andaban todos, picarones ellos, en cuánto se pasó de monte a montaña, con el bocadillo en el calcetín, que si no es de queso al menos que tenga el olor, en la capucha, bajo el chubasquero, cualquier sitio era bueno con tal de que no sea el bolso, que es lo único que te registran. Y venga que hay que beberse esto, joder tío, que son dos litros, pues te jodes, que no la hemos comprado para aparcarla en la basura.Y digo yo, ya puestos a requisar, por qué no retiras del bolso, el espejo, el pintalabios , la polvera y el pastillero..o ¿quién no tiene en casa dos o tres móviles del plioceno?, esos que eran como ladrillos, a esos no se les hinca el diente y fijo que hacen más pupita que un bocata de tortilla, que la había hecho mi madre, joder.
La acústica fatal, hasta que llegó Alejandro Sanz, y no se si porque ya la noche había invadido el estadio, o porque quizá por eso, ya empezaba a "parecer" un concierto, con ese ambiente íntimo de mecheros y móviles y flashes por doquier (no había un control de acceso para cámaras?). O porque los beodos andaban yacientes por las esquinitas, o quizá, a saber, los técnicos para entonces ya habían acertado con la combinación en la mesa de mezclas. O que tengo muchos pulmones, o qué se yo...
Los artistas, unos bribones con muchas tablas. Te lanzan arengas, que si Valladolid por aquí, que si pucela por allá, que si que guapos soys, que si que majetes, que si que pena que se acaba. Ya, si, que estás deseando coger el cheque y a ver si llegas al segundo sueño en casita. Y no es un reproche ¡¡ehh!!, Que supongo que esto es como todo, tú no te entregas si el público no lo hace. Que el miércoles toca en una ciudad "importante" y no es cuestión de dejarte aquí la voz. Y lo entiendo. Que me parece normal, que hubo una mente preclara de la organización a la que se le ocurrió montar una zona VIP para megaguays que iba desde el mismo escenario hasta la mitad del campo y en ese titanic campaba a sus anchas el orfeon donostiarra, paseando hasta la barra (que había cerveza y pizzas..hhumm) sin preocuparse por su puesto, porque no había nadie que se lo arrebatase. Y el resto de pardillos, como yo, que pensamos que a un concierto como este, se va a saltar, a pisar y ser pisado, a inhalar el aire aromatizado que viene de delante o de detrás o ni sabes ya de donde. Los que pensamos que las butacas son para abuelos, vagos y amantes de la ópera, los que creemos que si al llegar a casa , la camiseta no se queda de pie en el suelo de tu habitación, desafiante, cuando te la quitas, fue una mierda de concierto, andábamos tras una valla, con cien metros de lona azul inmaculada, muerta de asco porque nadie la pisoteaba, ni apagaban cigarros sobre ella, ni derramaban sudor ni cerveza y pa que carajo vine pensaba. Y yo con ella, que si no puedes arrimarte bien , ahí donde le oigas sin micro y verle el grano en la frente y que te salpique cuando canta..entonces..¿a que vine?. Y luego que somos fríos, que no se entrega el público, porque está en el quinto carajo y la distancia no hace subir la temperatura, y el artista lo ve, lo nota y lo siente y tiene un perdón.
La organización no.Yo no os perdono niños.
...que no aprendemos.